DERECHOS
HUMANOS (V)
Quien
crea que el reconocimiento actual de los derechos humanos (DH), en el orden
constitucional mexicano corresponde única y exclusivamente a una decisión
soberana, es un completo iluso. Lo mismo puede sostenerse de las instituciones
protectoras de esos derechos en el orden interno –con excepción del juicio de
amparo, claro-.
Si
hacemos una revisión de las causas por las cuales la constitución de 1857
reconoció a los DH en su texto, de una manera magistral para aquella época,
tendríamos que revisar el curso de los acontecimientos mundiales, especialmente
europeos, que el en siglo XIX sucedían. Era que en ese entonces en nuestro
suelo patrio triunfaban las ideas liberales y el país se encontraba en el desiderátum
de su consolidación definitiva o de su probable desintegración. Los liberales
mexicanos salieron airosos de la lucha librada contra los conservadores y
pudieron, no sin muchas dificultades, elaborar un proyecto de constitución que
por vez primera concentró a los principales derechos fundamentales piedra
angular del liberalismo y conjuntarlos con el juicio de amparo que fue, es y
seguirá siendo, la más importante defensa de estos derechos y también de la
constitución como proyecto de nación.
En
ese pretérito los DH representaban el triunfo de la sociedad democrática versus
el Estado monárquico y autoritario. Cuando el Estado moderno surgió a la vida
la tarea posterior ha sido y fue no solo la organización democrática del poder
público sino también el reconocimiento de los derechos fundamentales de todos
los seres humanos, considerándolos no como súbditos sino como ciudadanos poseedores
de dignidad a la cual el Estado y sus instituciones tienen que reconocer y
respetar. El triunfo de los ideales que sostenía la revolución francesa y su
declaración de derechos del ciudadano fue la punta de lanza por la cual los
derechos se promocionaron en el ideal liberal y pudieron así incorporarse en
los programas de los estados nacionales, tal y como fue el caso mexicano.
México,
fiel a la manera en que se construyó la sociedad vivió sesenta años con una
constitución de avanzada pero con gobiernos que no la procuraban convirtiéndola
en pieza de museo. Con la revolución de 1917 y la constitución del mismo año
que siguió reconociendo y ampliando el espectro de los DH sobre todo en el
ámbito de los derechos sociales, parecía la verdadera recomposición del rumbo
pero el sistema político de caciques y prebendas impidió y ha impedido el
efectivo cumplimiento de la norma constitucional, la constitución sigue siendo
el sempiterno proyecto no cumplido de una revolución inconclusa.
Los
DH en este país, como en muchos de esta América sufrida, alegaba en el discurso
ser una sociedad consolidada en la democracia y gobernada por instituciones
respetuosas de la dignidad humana, el mundo casi lo creyó pie puntillas, la
realidad siempre ha sido diferente al discurso. Nuestra nación experimentó un
pico económico que lo catapultó a las alturas creyéndose que ese Bom no era más
que el producto de la combinación entre gobierno y sociedad democrática, nada
más falso. El milagro mexicano de las décadas de los cincuenta y los sesenta
del siglo XX, no duró lo que duran dos peces de hielo en un wisky on the rocks,
como bien lo dice el maestro Joaquín Sabina en su canción 500 días y 19 noches. El milagro mexicano no fue tanto, pocos años
después regresamos a nuestra realidad y peor aún se dio comienzo a la era o
etapas de las crisis económicas recurrentes. La política económica del gobierno
trataba desesperadamente de buscar nuevos mercados para dejar de depender casi
exclusivamente de las exportaciones de petróleo; en lo político como ya se ha
dicho aquí se aperturaron nuevas opciones políticas ante los reclamos al
sistema y su partido acusándolos de avalar una monarquía sexenal con poderes
casi omnipotentes.
En
esas se andaba en el sexenio del nefasto Carlos Salinas de Gortari cuando este
y su comitiva selecta, fueron a Europa a entrevistarse con los líderes de los
organismos internacionales monetarios. Los carroñeros del dinero fueron claros
y contundentes: no podía darse la ayuda a México si no se implementaban
reformas económicas en el sentido de liberalizar la economía y, ahondar en la
democratización social a través del respeto a los DH.
La
presión dio resultados. Por un lado se impulsó la venta de activos nacionales
desincorporando de la potestad pública a más de mil empresas, acompañando a
este proceso un programa de adelgazamiento de la burocracia que produjo miles
de desempleados. Por otro lado, Salinas encarga la elaboración de un paquete de
reformas constitucionales en la cual surge la figura escandinava del Ombudsman
(defensor del pueblo) pero con características diferentes a los contenidos en
la institución original escandinava. Se tenía que dar la imagen de que este país estaba preocupado por el
respeto a los DH de los nacionales y, para ello, surgía la necesidad de
construir un órgano de Estado que procurara tal tarea, pero con las
características propias del sistema político mexicano, es decir, maniatado y
sometido a la siempre inefable voluntad del
señor presidente. Fue así como aparece
publicado enel Diario Oficial de la Federación el Decreto de creación de la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos, como órgano dependiente de la
Secretaría de Gobernación. Es decir, sin autonomía política, dependiente del
ejecutivo y sometido jerárquicamente a el. Nada bueno podía esperarse de algo
así, sin embargo en el medio político y en propio de los juristas no hubo más
que sonoros halagos al presidente y a raíz de ello se publicaron libros,
artículos , ensayos, en los que se destacaba la voluntad democrática del
presidente. El sistema político, ya vapuleado por el resultado de la elección federal
de 1988 – en la cual se asegura que hubo un monumental fraude en contra del
candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas- toma bocanadas de aire puro para su
sobrevivencia, el cual tendría serios reveses en los años por venir.
El
primer presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos fue el
distinguido jurista Dr. Jorge Carpizo Mc Gregor, de quien se dice fue el
arquitecto del diseño de la reforma constitucional que se comenta.
(Continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario