DERECHOS HUMANOS (VII)
Vamos hacer un descanso respecto a la temática que se ha seguido en lo referente al tema de los derechos humanos. Y no es que nos separemos de el, la diferencia estriba en que por ahora no se hablará de la CNDH ni del sistema Ombudsman mexicano. Lo que hoy trataré aunque sea con brevedad tiene que ver con la llegada este proximo viernes de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, el tema no está desligado de los derechos humanos como se podrá inferir ya que este personaje se ha encargado de hacerle la vida pesada a todos los humanos que no piensan como él.
¿Cómo es que llegó a tan alto cargo una persona como Trump, un empresario existoso en lo económico pero que deja mucho que desear en los diferentes aspectos de su vida social y política? Me dirán que así es la democracia, que el pueblo americano decidio por él en las urnas, que sus adversarios políticos no hicieron lo necesario para detenerlo, que el pueblo estaba harto de la política de los demócratas, que ahora votó una masa de personas que antes no lo hacía y que se identifica con los trabajadores blancos, etcétera. Las razones son variadas pero ahora son motivo de otro tipo de análisis y no de un presente que aparece agobiante para el mundo en especial para los mexicanos.
El viernes 20 de enero, dentro de 48 horas tomará posesión de ese digno cargo y ya el mundo está espantado.Para México las consecuencias ya se han dejado sentir, lo que parecía solo un discurso para ganar voluntades parece una realidad innegable: la construcción de un muro fronterizo que según este personaje pagará el gobierno de México. Este muro detendrá a los inmigrantes ilegales que entran por miles cada año y que, según su óptica, provocan la pérdida de empleos para los norteamericanos. Esta visión dice que es en defensa de sus compatriotas trabajadores, no lo es. No tiene este señor la menor idea este señor de lo que sucedería si los mexicanos y demás inmigrantes dejaran de trabajar en su país, solo un efecto por citar: l pagarle a trabajadores norteamericanos el empresario tendría que pagar salarios mucho más altos, encareciendo los productos o los servicios de que se trate en perjuicio de los consumidores que dice defender. Hasta el día de hoy no sabemos de alguna idea de su equipo de gobierno al respecto.
Su odio hacia México es especial. Dice que impondrá impuestos a las compañías norteamericanas que inviertan en México y no en Estados Unidos. Ya ha amenazado a empresas como la Ford, Toyota y otras para que sus proyectos de inversión y/o expansión se detengan y los inviertan en Estados Unidos. Solo ha sido una amenaza que bastó para que la Ford abandonara un proyecto millonario en San Luis Potosí. Indica que impondrá un impuesto del 34% a los productos que crucen la frontera hacia su país a efecto de proteger a sus productores connacionales. El objetivo es muy claro, proteger su economía. Lo que no ha dicho es cómo va a convencer al Congreso para la toma de tales medidas, aunque sabemos que gobernará con la Cámara de representantes de su lado, son del mismo partido.
Desea renegociar el Tratado de Libre Comercio (TLC), y en caso de que no se satisfagan sus requerimientos, abandonarlo. Alguien avezado debe informarle que el TLC no ha traído beneficios únicamente a la economía mexicana y a la canadiense, sino también a la norteamericana. Que hay compromisos fuertes por saldar en el Tratado y que la vecindad de una frontera de 3 mil kilómetros se ha podido apaciguar en lo comercial graciasa este instrumento económico. Además su salida ad libitum provocaría que tanto Canadá como México instrumenten medidas para el pago de daños y perjuicios. No tiene idea de cuantos norteamericanos perderían por la salido del TLC.
La postura Trompiana o Trompina (como usted guste denominarla), es patológica, esquizofrénica, misógina, papaz, abusiva, petulante, digna de un estudio no psicométrico sino antropométrico. A la luz de los hechos se nota que tiene problemas de personalidad además su imagen es absurda, entendiendo este concepto como fuera de todo reflejo que coincide con la estética aceptada por la universalidad. Su odio a los latinos -a los puertorriqueños les ha dicho que son "los peores mexicanos"-, raya en lo enfermo y desviado, tal parece que nosotros el hemos declarado la guerra y él se defiende. La verdad es que cuando se la declaremos los bolsillos de sus empresas sentirán el efecto así como de aquellos que dependen en buena medida de los recursos de los mexicanos - ya los gobernadores de la frontera gringa se han manifestado a favor de una frontera libre-.
Así como él odia a medio mundo, el mundo entero ya parece odiarlo. En su mismo país se ha publicado una encuesta que no deja de sorprender: más del 60% de los encuestados no está de acuerdo con la política proteccionista y amenazante de su futuro presidente.
México al ser el número uno en la lista de Trump debe plantearse un plan emergente para contrarrestar en lo que se pueda las políticas que en breve este sujeto instrumentará en nuestra contra. Pero a Peña no parece interesarle o precuparle el vendaval que se nos viene, cree que al designar a Videgaray como canciller este se encargará de llevar a cabo la política con los gringos. Esta visión y la falta de un plan emergente denota ignorancia, desparpajo y en consecuencia irresponsabilidad para afrontar un problema de sí complicado que tiene que ver con la defensa de la soberanía nacional. Pero, tal parece que la soberanía nacional como concepto no está en el diccionario del poder de Peña y sus esbirros. Ya veremos muy pronto las consecuencias.
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