DERECHOS HUMANOS (II)
En el blog
anterior se trató de explicar al sistema político mexicano como el causante de
la crisis social permanente que vive nuestro país, aunque hay que reconocer que
no todo es desaciertos constantes y monumentales. En la historia nacional
podemos contar con hechos de éxito que han podido salvar por así decirlo al
sistema en cuestión. Lo bien logrado no es producto de una planeación bien
ejecutada y programada, tampoco como resultado necesario del cumplimiento de
las atribuciones legales que se consignan a los miembros de la administración
pública; lo logrado es producto del propio sistema, el voluntarismo autoritario
encarnado en el presidente de la república y en el caso de los estados
federados en sus respectivos gobernadores, son la piedra filosofal de logros
que si bien lo son no llegan a ser lo que deben ser, siempre han quedado a
deber.
Este país ha sido
gobernado bajo la línea de un voluntarismo que quizá en alguna época ya pasada
podía justificarse a la luz de los hechos, pero que hoy en pleno siglo XXI es
insostenible e injustificable. Pero sigue existiendo como regla política de
gobierno al no encontrar la sociedad un método o causa para convertirse en una
sociedad políticamente moderna que haga pleno uso de su potestad soberana y que
sea el factor de las acciones de gobierno, siempre apegada al cumplimiento de
la ley como principio fundamental de toda acción.
La creación de un
partido autoritario en el cual supuestamente se concentró a lo más
representativo de la sociedad y, con liderazgos caciquiles defensores de muchos
intereses políticos, económicos y jurídicos, fue y es prácticamente imposible
que también hoy, la sociedad pueda verse
auténticamente representada en cualquier foro. En antaño quien no pertenecía al
partido –al PRI, por supuesto- no podía ser merecedor de las migajas del poder
y era considerado como natural enemigo de la ya defenestrada revolución
mexicana.
En los tiempos de
la modernidad política -los años
setentas del siglo pasado, obvio- el poderoso partido en el poder, vía la
necesidad de los hechos y el creciente descontento social, tuvo que ceder
espacios de poder. Cabe decir que el partido en el poder o sistema político o
gobierno era exactamente lo mismo. Poco a poco vinieron las reformas políticas
que permitieron aperturas para los disidentes en diversos espacios de gobierno,
especial y fundamentalmente en las cámaras legislativas y en algunos
ayuntamientos donde la aplanadora electoral del partido no permitía que la oposición ganara el más mínimo
espacio. Las reformas electorales ampliaron el espectro de los derechos
políticos tanto de los ciudadanos que ya podían elegir a verdaderos opositores
al sistema y no a sus testaferros de siempre, y a las propias organizaciones
políticas creadas –por ejemplo el Partido Comunista Mexicano- que ya podían
emerger del anonimato y participar en procesos electorales, en algunos casos
ganando elecciones tal y como sucedió en
municipios de la zona de la montaña de Guerrero.
El sistema
político autoritario tuvo que ceder a mucho después de varios acontecimientos
nacionales y locales (Guerrero) que motivaron la apertura para los derechos
políticos de los mexicanos; puede citarse a lo sucedido en 1968 y 1971 así como
a las guerrillas en suelo guerrerense tanto de Genaro Vázquez Rojas como de
Lucio Cabañas Barrientos, quienes ganaron el apoyo de buena parte de la
sociedad especialmente de los universitarios y algunos sindicatos nacionales.
Había que terminar con las masacres de estudiantes y con la guerrilla. Terminaron
con ellos, pero contrapartida tenía que venir la legitimación perdida de un
régimen autoritario que no le quedó de otra más que ampliar el campo de los
derechos humanos en su vertiente política, de ahí las reformas a la
constitución en la materia donde a través del voto supuestamente representativo
se permitía la representación proporcional lo cual se constituyó como un método
para destapar la olla de presión que ya no daba para más y estaba a punto de
estallar. También se permitió el voto a los jóvenes de 18 años, antes el mínimo
de edad para votar era de 21 años, y se mejoraron sustancialmente los
presupuestos a universidades públicas –el caso de Guerrero, Puebla y Sinaloa se
midieron aparte-, creándose instituciones de apoyo a la investigación científica
y artística.
Dicen y dicen
bien que al nopal sólo se le arrima cuando tiene tunas. Los disidentes,
enemigos del gobierno por cualquier causa justificada o no y una que otra fauna
oprobiosa, se aprovechó ya sea de buena o de mala fe de las reformas a los
derechos políticos para, algunos, tratar de modificar al sistema político por
la vía pacífica y otros, los muchos, los oportunistas, se subieron al camión
del poder. Y a darle que es mole de olla. El proceso de cooptación del
contrario a los intereses del sistema funcionó casi a la perfección, sólo falló
en aquellos casos en que el adversario mostró plena conciencia de su papel y de
su amor por la justicia. El sistema político supo contener la oleada que se
venía encima, pero con el tiempo vendría otra mayor de la cual resultó
imposible su estadía en poder.
(Continuará)
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