lunes, 13 de febrero de 2017

DERECHOS HUMANOS (XI)

(CENTENARIO CONSTITUCIONAL)
El 5 de febrero se celebró sin tanto bombo y platillo el primer centenario de la constitución política de los estados unidos mexicanos. Discursos ditirámbicos en la capital del país y en las capitales estatales pronunciados por los ejecutivos o por alguna persona importante en el medio jurídico y eso bastó para cumplir con el requisito cívico. La constitución mexicana representa ya en el mundo moderno una de las más antiguas y de las que más se le ha metido mano por parte del reformador constitucional, casi 700 reformas en cien años nos dicen mucho de las reglas del poder político y poco de la eficiencia en el cumplimiento efectivo de las normas constitucionales.

Desde que somos una república independiente los mexicanos hemos profesado un defecto que no nos hemos podido quitar de encima: el incumplimiento de las normas. Cuando México tuvo sus primeras constituciones el no cumplimiento fue la nota que las caracterizo: la constitución de 1824 solo fue un documento impráctico en la vida material aunque válido por las ideas que se ahí se establecían, en esos años nuestra patria se debatía en luchas intestinas y no hubo  campo para aterrizar un gobierno estable que pudiese trabajar con la ley en la mano. La constitución de 1836 y la propia de 1843 tuvieron el mismo destino, imprácticas debido al estado convulsivo del país. Fue en 1857 cuando parecía que por fin se podía establecer un gobierno de leyes, pero no, lo que en un principio parecía el nacimiento de un auténtico estado de derecho, la fuerza de los acontecimientos hicieron que el proyecto fallara.

Que conste que no digo que las normas establecidas en la constitución de 1857 fuesen erróneas o imposibles de aplicar. No, como siempre el factor humano con su política degradante hizo que las normas que podían salvar a México no se aplicaran. Porfirio Díaz gobernó a esta nación casi 30 años, 30 años en los cuales la constitución solo fue un pretexto para gobernar a raja tabla y favorecer a los de siempre. La justicia social no existía y los derechos humanos que ese ordenamiento estableció de manera sistemática no se pudieron aplicar, salvo excepciones en las cuales no se dañara el tejido de las redes del poder del mundo porfirista. En ese nefasto periodo –que muchos alaban por sus éxitos económicos- la nota principal en el arte de gobierno fue el autoritarismo en todas las esferas de la administración y de la aplicación del derecho. El gobierno de Díaz era el gobierno de un solo hombre pese a que la ley disponía la división de poderes.

La concentración del poder como característica del sistema político que nos ha dominado y domina en la actualidad, ha tenido sus consecuentes reformas. La presión de la olla tiene que ser liberada, el ejemplo de la revolución de 1910 no puede suceder de nuevo, el sistema político a partir de finales de los años 20 y principios de los 30 del siglo pasado aprendió la lección y estableció el método para que los mismos de siempre gobernaran bajo sus reglas. Plutarco Elías Calles al fundar lo que hoy es el PRI consolidó en un solo núcleo a los beneficiarios del triunfo de la revolución –no, no fueron los obreros y campesinos tal y como durante décadas se dijo hasta el cansancio; los triunfadores fue el sistema capitalista, las clases medias y a clase política depredadora de los bienes nacionales-. La concentración del poder en pocas manos no ha podido ser destruida por el orden jurídico, la razón es obvia, quien hace las reformas es quien detenta el poder político.

Las casi 700 reformas que ha tenido la constitución no han servido para mucho. Alguien diría que sí, que su utilidad estriba en la modernización del país para ponerlo en línea con los acontecimientos políticos y económicos del mundo moderno. No lo niego, es posible que algunas reformas cumplan con ese propósito y también, añado, con el mejoramiento de la administración pública y en el caso de los derechos humanos y sus garantías, para demostrar al mundo que somos líderes en encabezar un proteccionismo jurídico a las personas, tal y como la doctrina de estos derechos exigen con vigor. Pero, otras reformas han sido instrumentadas para concentrar el poder en pocas manos, para desproveer al pueblo de sus bienes nacionales, para poner al país en manos de compañías extranjeras, para destruir con reformas que se han catalogado como “estructurales” la pérdida de la identidad nacional y la evidente posibilidad de que nosotros seamos el factor más importante de nuestro destino y desarrollo económico.

El ánimo reformista, en conclusión, solo ha servido a muy pocos y no a la mayoría. El pueblo sigue siendo pobre, más del 50 por ciento de los mexicanos está por debajo del índice de satisfacción económica y no hay una sola norma constitucional que ataque el problema de la pobreza, se habla de independencia económica, de mejoramiento de las condiciones de vida, pero no hay una sola disposición que obligue al Estado a sacar a los nacionales de la pobreza. Por lo que, ésta más que una condición social es un estímulo del sistema político para continuar medrando con el presupuesto y alegando en discursos que ahora sí se combate a la miseria de manera integral.

Las reformas constitucionales más sonadas han sido aquellas que han transformado a México de una nación con patrimonio propio, a una que disgrega lo que tiene en aras de un supuesto desarrollo que no nos es ajeno. Y también aquellas que han modificado las reglas del poder político sin que en realidad se logre el objetivo. El ejemplo son las incesantes reformas electorales que no han solucionada nada y que solo han servido para crear una partidocracia muy lejana al sistema de partidos que opera en las naciones del primer mundo. Estas reformas, la económica y la política son el banderín de la clase política soberbia y entregada a intereses extranjeros que hoy gobierna.

Solo deseo citar que los derechos humanos han sido a lo largo de cien años motivo de algunas reformas. Sí, que bueno y que malo. Qué bueno porque algunas reformas han sido para reconocer derechos y que malo, porque todo lo que se ha creado para la defensa de los derechos, hasta ahora es casi  punto muerto, los derechos humanos siguen siendo aspiraciones y estamos lejos de concretizar su plena vigencia material.

Es de vital importancia, por estas razones y por otras quizá mejores, que como hace cien años se cree un constituyente nuevo; pero antes de eso es básico que todos los mexicanos sin excepción tengamos en cuenta de que es imposible ser libres si no hay respeto a la ley, y de que la constitución como ley suprema tiene que ser el ideal a seguir. En caso adverso estaremos como hasta hoy, sumidos en la confusión y siendo víctimas de un sistema político que no tiene llenadero.

miércoles, 1 de febrero de 2017

DERECHOS HUMANOS (X)

 (ENTRE LA BASURA Y EL SÍNDROME DE AMOK)|


Resulta verdaderamente increíble lo que sucede en la capital del Estado de Guerrero, la no menos famosa ciudad de Chilpancingo. Sí, es famosa por ahí se dictaron los Sentimientos de la Nación por el celebérrimo José María Morelos y Pavón, también porque fue la primera ciudad en la cual se declara la independencia de España y se establecen los parámetros ideológicos y jurídicos de lo con posterioridad sería el México independiente.  En los ditirámbicos discursos de la cada vez más desgastada clase política local se hace alusión a esa importancia de la capital del Estado. Pero, su importancia histórica no tiene nada que ver con su relevancia política y como ciudad que  a través de los años ha sido receptora de la migración interna.

Todas las ciudades mexicanas que tienen una relevancia histórica son respetadas por sus gobiernos locales. Querétaro, por ejemplo, es motivo de orgullo para los locales, en esa ciudad se expidió tanto la constitución federal de 1857 como la actual de 1917, amén de otros eventos históricos relevantes durante la lucha independentista como en la revolución. Su categoría de ciudad histórica le ha valido el reconocimiento de todos los mexicanos, en especial de sus habitantes. Si visitan esa ciudad se sorprenderán de su limpieza, de su orden, de su progreso económico. Y así se puede poner de ejemplo a otras ciudades. Morelia es otro caso, su centro histórico es bellísimo, el orden y la limpieza es notable. Los michoacanos por tradición histórica respetan sus ciudades y la veneran como la cuna de Morelos y lugar donde la histórica de México vio desarrollar eventos magníficos ¿Otra ciudad respetable por sus gobernantes y políticos? Que me dicen de Puebla de los Ángeles; los poblanos aman su ciudad y la respetan. Y así se puede ir citando ejemplos de ciudades y poblados que son venerados por tirios y troyanos y pese a las diferencias políticas y sociales no hacen excusa de ellas para abandonarlas.

El cuidado de los lugares donde uno vive no solo es una obligación ciudadana o de gobierno, sino también un deber moral. En lo individual se nos dice que debemos bañarnos y presentarnos limpios a donde vayamos, el aseo personal es un reflejo de la personalidad individual. Bueno, pues  así como cuidamos o debemos cuidarnos en lo individual existe responsabilidad para que, como gobierno o como ciudadanos cuidemos la ciudad o lugar donde vivimos. Esa responsabilidad deviene de la ley, pero también de la moral ya que significa el reconocimiento y cumplimiento de valores específicos ligados con el decoro, la consideración de uno mismo y la que otros pueden tener sobre nosotros, el ejemplo para mejorar y la salubridad como entorno de nuestra presentación. En la ciudad o pueblo donde habitemos el orgullo de pertenencia es básico para la solidaridad social.

Pero que sucede cuando nuestra ciudad, Chilpancingo, es y ha sido la mejor representación de la suciedad, el desorden urbano, la dejadez, el ahí se va, la ausencia de autoridades preocupadas por la limpieza y la sana otorgación de los servicios públicos. Pues sucede lo que hoy tenemos una ciudad en crisis total administrada por gobiernos fallidos, débiles y despreocupados por la urgencia de vivir en entornos dignos. Si usted vive en esta ciudad por favor dígame que servicio público funciona adecuadamente ¿alumbrado público, rastro, panteones, tránsito, desarrollo urbano, parques y jardines, recolección y tratamiento de basura, agua potable (si, potable, no nada más agua, sino potable)? Verdad que ninguno de ellos se presta por parte de la autoridad con eficiencia ¿y qué pasa cuando no se es eficiente? Pues simple y sencillamente estamos en presencia de un Estado fallido, débil e inoperante.

La crisis actual de la basura no es más que un signo evidente de la inoperancia gubernamental y la dejadez ciudadana. El gobierno municipal ha sabido desde el pretérito que este problema estallaría a corto plazo  e hizo muy poco, casi nada; y la ciudadanía (me incluyo) hemos creído como verdaderos idiotas que la crisis no llegaría, que más temprano que tarde los que gobiernan harán su trabajo y todo se resolvería. No asumimos el papel reclamante, exigente, que una sociedad democrática haría ante un problema que le puede causar trastornos de salud, nos hemos quedado impávidos o a lo sumo se ha reclamado en redes sociales o en articulitos como este.

Chilpancingo es la ciudad capital más fea de la república, todos lo sabemos desde hace décadas. Bueno si nada más fuéramos la más fea, pues ni modo, pero no, la fealdad no es una condición que la naturaleza nos dio por nuestra ubicación geográfica o cualquier otra causa. La fealdad es producto de lo que hemos dejado de hacer. Tal parece que el vivir acá no nos produce ningún sentimiento de orgullo, que ignoramos nuestra historia y nos conformamos con las migajas de progreso que nos han aventado como si fuésemos perros hambrientos. Nos haría bien que por un rato nos trastocara el síndrome de Amok, que consiste en una súbita y espontánea explosión de rabia salvaje que hace a las personas atacar a otras. Solo la rabia finita nos puede ayudar porque está probado que aquí el diálogo y la buena voluntad solo son conceptos etéreos y de utilización en discursos propios de la política de campanario.


viernes, 27 de enero de 2017


DERECHOS HUMANOS IX (EL MURO TRUMPIANO Y EL ABUSO DEL DERECHO)


Un amigo me decía que los gringos pueden hacer lo que quieran en su territorio, si ellos han dispuesto hacer un muro fenomenal que divida a nuestros países, pues está bien, están en su derecho. Es como si el vecino de usted construyera una barda dentro de su terreno pues en su propiedad él puede hacer lo que desee. Si, es correcto de primera mano, pero todo tiene sus asegunes.

Si el vecino construye su barda a usted poco le importará si esa barda fea o bonita no le afecta en nada, pero si da el caso de que la barda le impide la vista o le provoca o le puede provocar daños patrimoniales entonces usted seguramente protestará y tendrá derecho de hacerlo. Se trata en este caso de un uso abusivo del derecho. El uso abusivo del derecho es una institución jurídica que emana del derecho civil y tiene relación con las limitaciones a la propiedad privada. Si la barda del vecino a usted no le molesta en lo patrimonial pues entonces está bien aunque la barda sea fea, pero si esa construcción le impide la vista o le provoca o puede provocarle algún daño entonces usted puede demandar al constructor para que la derribe, claro usted tiene que probar que está sufriendo un daño o que está en riesgo de sufrirlo. El objetivo de la institución jurídica es evitar daños aunque estemos haciendo uso de un derecho. El derecho en este caso no faculta para su uso abusivo, si así fuera no habría manera de mantener el orden dentro de la sociedad.

Otro ejemplo, ya trasladándonos al derecho público lo vemos y sufrimos casi a diario. Las manifestaciones en este país se han caracterizado por ser ilegales, no en el sentido de la manifestación misma, pues este es un derecho humano establecido en la constitución, pero esta misma ley establece su limitación, que no es otro que el respeto a los demás. Pues bien, en las diferentes manifestaciones –que no en todas- sus protagonistas realizan pintas, agreden comercios, insultan a personas, impiden el ejercicio del derecho humano de tránsito a otras personas, etcétera. Hacen uso de su derecho pero a la vez abusan de el. Las personas pues, tenemos derechos y debemos hacerlos valer, pero no debemos, por otra parte, abusar de ellos si con el abuso se realizan actos de molestia a terceros.
Muy bien ¿y que tiene que ver esto con el muro Trumpiano? Pues si trasladamos la institución jurídica civilista al derecho público –recordemos que el derecho civil es la fuente de casi todas las ramas del derecho-, encontraremos que en esas reglas públicas opera el mismo principio. Trump con el aval de su Congreso puede ordenar la construcción de un muro impenetrable entre su país y México siempre que ese muro se ubique en su territorio.

Es obvio que una construcción de esa naturaleza causa agravios no solo a los norteamericanos quienes también deberían de protestar por esa locura, sino que el mayor agravio está en terceros, en este caso los mexicanos y todos aquellos extranjeros de cualquier nacionalidad que deseen ingresar a los Estados Unidos. Eso si solo hablamos del tránsito de personas porque en materia de prestación de servicios y de comercio en general la cosa es muy grave para las economías tanto de los norteamericanos como de los mexicanos y otros países que ocupan nuestra frontera como paso natural terrestre.

¿Dónde está el uso abusivo del derecho? En la construcción de una obra material que causará mayores perjuicios que beneficios, tanto a nacionales norteamericanos como a extranjeros ¿procede como procedería en el derecho civil una indemnización por semejante aberración? Es una pena decirlo pero el derecho internacional público es un conjunto de normas jurídicas imperfectas, es decir, que están desprovistas de sanción y, en caso de que las haya, su ejecución es tan complicada que las nulifica por su propia naturaleza, pese a que haya acuerdos, tratados, convenciones o pactos que las establezcan.

En conclusión, Trump y la horda de republicanos apoltronados en el Congreso pueden autorizar lo que deseen siempre que la autorización de esos actos materiales afecte exclusivamente a sus nacionales. En caso contrario, como ha quedado claro en estas líneas, habrán ejercido un derecho con abuso. No hay manera de que jurídicamente se nos pague indemnización por daño causado. Esto significaría una vez más en la historia universal que la fuerza puede más que el derecho. Si el muro se hace la historia  registrará el hecho como uno de los más bárbaros de la historia reciente, nunca un muro tuvo un despropósito tan despreciable como el que inspira a Trump, ni siquiera la construcción de la gran muralla China, la cual sirvió para la defensa de la soberanía ante los ataques guerreros de otras naciones.


lunes, 23 de enero de 2017

DERECHOS HUMANOS VIII (LA MARCHA DE LAS MUJERES)
La marcha de las mujeres resultó un éxito. Este éxito no solo debe acreditarse a las mujeres de norteamérica que tienen  sobradas razones para protestar por las políticas misóginas de su nuevo presidente. La marcha no cubrió únicamente el suelo americano sino que se trasladó a muchas ciudades del planeta, incluida la ciudad de México. La marcha representa una toma de conciencia de género y la defensa de los derechos que le corresponden. Esa es la manera en que hay que analizarla y es, a mi entender, la más importante. El saber que se tienen derechos, el saber que esos derechos no se respetan, el constatar día a día que en este mundo globalizado hay marcadas diferencias, forma lo que se denomina como conciencia.
Pudiera ser que el asunto de la toma de conciencia es banal. No lo es. Cuantas veces platicamos respecto a un determinado problema que nos afecta y dejamos la solución en otras manos o esperamos que se resuelva por sí mismo. En nuestro sistema político mexicano eso es muy común, estamos acostumbrados o mejor dicho, nos acostumbraron a que otro u otros resolverían nuestros problemas, así se conformó el liderazgo en este país, el líder resuelve todo desde el poder, el voto es un instrumento para hacer que nuestro líder nos resuelva el cúmulo de broncas que como ciudadanos tenemos. Por otro lado, desde la colonia nos acostumbraron también a través de la imposición religiosa a dejar los problemas en manos de Dios "Él resolverá lo que sea mejor para nosotros". Y así pasaron los siglos y mucha de nuestra gente sigue creyendo en el misticismo religioso como método para resolver la conflictiva social y la vida personal. Así en el entorno de la vida pública y la religiosa se nos ha condicionado a no pensar por nosotros y dejar que los otros tomen las decisiones que a nosotros nos corresponde. Así es imposible formar una ciudadanía consciente y responsable, así es precisamente como se manipula para que sigamos siendo súbditos de un sistema corrupto y manipulador y de una religión que nos impide crecer como entes dotados de razón.
La toma de conciencia, en este caso, de las mujeres que protestaron en todo el mundo, es una llamada de atención a las políticas populistas, centralistas y manipuladoras. Y lo es porque el mensaje es claro: tenemos conciencia de quienes somos y lo que merecemos, sabemos de nuestro papel social y queremos llevarlo a cabo tal y como las leyes que hemos creado nos lo ofrecen. La toma de conciencia no solo es una acto reflejo de protesta, si así fuera no sería acto consciente; es producto del conocimiento previo de la situación social de género en el marco de potestades jurídicas y políticas que establecen la igualdad y la libertad en un mundo que avanza sin parar a la justicia social pese a los impedimentos que desde el poder se tramen e implementen. Es una lucha que no tiene otro resultado mas que la victoria.
Ojalá que así se actúe en todas las situaciones, solo así los derechos humanos podrán ser algún día una realidad visible y posible. La igualdad de género como derecho humano no solo de las mujeres sino de todos no es una concesión graciosa del poder de una persona o de un sistema político, es a todas luces, el resultado de la lucha pertinaz de las personas, que en este caso no necesariamente a través de la llegada al poder de D. Trump sino de una serie de hechos y actos que devienen de cientos de años atrás. Recuerdo haber leído en alguna ocasión que en la Grecia antigua, hace más de dos mil años, Hiparquia (discípula de Crates) tocaba las puertas de los hogares para incitar a la igualdad de género. Como ven la lucha y toma de conciencia de género no es nueva, pero los resultados ahora son más tangibles que en el pretérito.
El siglo XXI con toda su sorprendente tecnología no será el siglo de la luz, sino primero, los humanos resolvemos los problemas y diferencias que como tales arrastramos desde hace miles de años; el de la igualdad en todas sus formas se constituye como el dolor de cabeza primordial que debemos resolver. La igualdad de género como subespecie de la igualdad general, estoy cierto que tendrá avances significativos si seguimos el ejemplo que nos imponen un cúmulo de mujeres valientes que a pesar del poder político de algunos saben protestar con la razón. La victoria esta cada vez más cerca.


miércoles, 18 de enero de 2017

DERECHOS HUMANOS (VII)

Vamos hacer un descanso respecto a la temática que se ha seguido en lo referente al tema de los derechos humanos. Y no es que nos separemos de el, la diferencia estriba en que por ahora no se hablará de la CNDH ni del sistema Ombudsman mexicano. Lo que hoy trataré aunque sea con brevedad tiene que ver con la llegada este proximo viernes de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, el tema no está desligado de los derechos humanos como se podrá inferir ya que este personaje se ha encargado de hacerle la vida pesada a todos los humanos que no piensan como él.
¿Cómo es que llegó a tan alto cargo una persona como Trump, un empresario existoso en lo económico pero que deja mucho que desear en los diferentes aspectos de su vida social y política? Me dirán que así es la democracia, que el pueblo americano decidio por él en las urnas, que sus adversarios políticos no hicieron lo necesario para detenerlo, que el pueblo estaba harto de la política de los demócratas, que ahora votó una masa de personas que antes no lo hacía y que se identifica con los trabajadores blancos, etcétera. Las razones son variadas pero ahora son motivo de otro tipo de análisis y no de un presente que aparece agobiante para el mundo en especial para los mexicanos.
El viernes 20 de enero, dentro de 48 horas tomará posesión de ese digno cargo y ya el mundo está espantado.Para México las consecuencias ya se han dejado sentir, lo que parecía solo un discurso para ganar voluntades parece una realidad innegable: la construcción de un muro fronterizo que según este personaje pagará el gobierno de México. Este muro detendrá a los inmigrantes ilegales que entran por miles cada año y que, según su óptica, provocan la pérdida de empleos para los norteamericanos. Esta visión dice que es en defensa de sus compatriotas trabajadores, no lo es. No tiene este señor la menor idea este señor de lo que sucedería si los mexicanos y demás inmigrantes dejaran de trabajar en su país, solo un efecto por citar: l pagarle a trabajadores norteamericanos el empresario tendría que pagar salarios mucho más altos, encareciendo los productos o los servicios de que se trate en perjuicio de los consumidores que dice defender. Hasta el día de hoy no sabemos de alguna idea de su equipo de gobierno al respecto. 
Su odio hacia México es especial. Dice que impondrá impuestos a las compañías norteamericanas que inviertan en México y no en Estados Unidos. Ya ha amenazado a empresas como la Ford, Toyota y otras para que sus proyectos de inversión y/o expansión se detengan y los inviertan en Estados Unidos. Solo ha sido una amenaza que bastó para que la Ford abandonara un proyecto millonario en San Luis Potosí. Indica que impondrá un impuesto del 34% a los productos que crucen la frontera hacia su país a efecto de proteger a sus productores connacionales. El objetivo es muy claro, proteger su economía. Lo que no ha dicho es cómo va a convencer al Congreso para la toma de tales medidas, aunque sabemos que gobernará con la Cámara de representantes de su lado, son del mismo partido.
Desea renegociar el Tratado de Libre Comercio (TLC), y en caso de que no se satisfagan sus requerimientos, abandonarlo. Alguien avezado debe informarle que el TLC no ha traído beneficios únicamente a la economía mexicana y a la canadiense, sino también a la norteamericana. Que hay compromisos fuertes por saldar en el Tratado y que la vecindad de una frontera de 3 mil kilómetros se ha podido apaciguar en lo comercial graciasa este instrumento económico. Además su salida ad libitum provocaría que tanto Canadá como México instrumenten medidas para el pago de daños y perjuicios. No tiene idea de  cuantos norteamericanos perderían por la salido del TLC. 
La postura Trompiana o Trompina (como usted guste denominarla), es patológica, esquizofrénica, misógina, papaz, abusiva, petulante, digna de un estudio no psicométrico sino antropométrico. A la luz de los hechos se nota que tiene problemas de personalidad además su imagen es absurda, entendiendo este concepto como fuera de todo reflejo que coincide con la estética aceptada por la universalidad. Su odio a los latinos -a los puertorriqueños les ha dicho que son "los peores mexicanos"-, raya en lo enfermo y desviado, tal parece que nosotros el hemos declarado la guerra y él se defiende. La verdad es que cuando se la declaremos los bolsillos de sus empresas sentirán el efecto así como de aquellos que dependen en buena medida de los recursos de los mexicanos - ya los gobernadores de la frontera gringa se han manifestado a favor de una frontera libre-.
Así como él odia a medio mundo, el mundo entero ya parece odiarlo. En su mismo país se ha publicado una encuesta que no deja de sorprender: más del 60% de los encuestados no está de acuerdo con la política proteccionista y amenazante de su futuro presidente.
México al ser el número uno en la lista de Trump debe plantearse un plan emergente para contrarrestar en lo que se pueda las políticas que en breve este sujeto instrumentará en nuestra contra. Pero a Peña no parece interesarle o precuparle el vendaval que se nos viene, cree que al designar a Videgaray como canciller este se encargará de llevar a cabo la política con los gringos. Esta visión y la falta de un plan emergente denota ignorancia, desparpajo y en consecuencia irresponsabilidad para afrontar un problema de sí complicado que tiene que ver con la defensa de la soberanía nacional. Pero, tal parece que la soberanía nacional como concepto no está en el diccionario del poder de Peña y sus esbirros. Ya veremos muy pronto las consecuencias.


domingo, 11 de diciembre de 2016

DERECHOS HUMANOS (VI)

Nota preliminar: Agradezco a mi amigo y director de la Revista A el Lic. David Martínez Téllez, quien motu propio y con la posterior aprobación del suscrito, procedió a publicar en su prestigiosa revista las cinco partes anteriores de esta temática que he venido escribiendo en este blog. Muchas gracias.

Sin duda que los organismos internacionales a través de sus líderes veían y consideraban a México como un país riesgo, por ello fueron pieza fundamental para que se reformara la constitución y se creara en 1990 la figura del ombudsman. En la parte anterior a la presente dije que o debe entender que en esos años la figura del ombudsman es de procedencia extranjera y que, representaba caso notable, que no extraño, dentro del marco jurídico nacional. Pues bien reconozco que en nuestro país específicamente en el estado de San Luis Potosí el celebérrimo Ponciano Arriaga consideró ante el Congreso de ese estado la creación de la Procuraduría de Pobres, allá en el siglo XIX, siendo esta institución el primer antecedente legislativo de una institución pública parecida al ombudsman europeo.

Destaco este hecho en razón de que los mexicanos hemos sido prolijos en la creación de instituciones jurídicas de gran potencial e influencia y que han marcado el derrotero de una historia legislativa de gran trascendencia. Lo malo, como siempre, es la aplicación efectiva de esas instituciones. Mucha voluntad para la creación, poca para la aplicación.

Pues bien, a partir de 1990 México ya contaba con un ombudsman muy a la mexicana, es decir, acotado y supeditado a los intereses del sr. Presidente. Todo a pedir de boca para satisfacer las exigencias provenientes de agentes externos y, con el único propósito de conseguir recursos financieros, por una parte, y quedar como nación políticamente obediente de los amos de los organismos que desde el pretérito han dictado las políticas a seguir por el capitalismo mundial, ahora denominado neoliberalismo.

¿Era necesario que se creara la figura del ombudsman y precisamente con esas características? No es sencillo responder íntegramente, ya hemos hecho un esbozo de respuesta, pero no hay contundencia de respuesta. Aquí solo aportaré una síntesis apretada de todo lo que puede discutirse al respecto, o bueno, al menos una parte, la que considero más relevante.

Veamos: las instituciones son necesarias cuando resuelven un cúmulo de problemas públicos o, al menos, aportan soluciones para que otras lo hagan. Deben ser útiles, servir para el propósito por el cual se les creó. Entonces ¿las instituciones existentes en México antes del ombudsman no resolvían los problemas derivados de su propia naturaleza y permitían la violación a derechos?

No, creo que no del todo. A priori del sistema ombudsman el sistema de justicia y de procuración de justicia no garantizaba el integral respeto a los DH. Tampoco el desarrollo económico tuvo que ver con el mejoramiento de estos derechos. En la jerga jurídica se decía que la única institución que salvaba a México de la total injusticia era la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), al ser ella la depositaria final de la verdad jurídica, si esta fallaba ya nada podía hacerse. Como puede advertirse desde antes de 1990 las instituciones de impartición y procuración de justicia han sido severamente cuestionadas por su alto grado de ineficiencia y corrupción a grado tal que el sistema de seguridad jurídica nacional no ha sido capaz de cumplir con su cometido constitucional y en lógica consecuencia incumple con el quehacer de garantizar derechos fundamentales. Al menos esa es la idea general, es obvio que siempre han existido jueces y magistrados y fiscales honestos e incorruptibles y que en ellos ha recaído lo poco rescatable del sistema de justicia. El sistema político subsume al jurídico en jerarquías políticas y se lo traga por completo. Esa falla de origen ha sido, es y seguirá siendo el quid de la cuestión.

A posteriori de la reforma ombudsman y de su consolidación como órgano constitucional en 1992, se reforma el sistema de impartición de justicia en su aspecto burocrático: se divide el poder judicial en un Consejo de la Judicatura que solo será competente en asuntos administrativos (nombramiento, remociones, permisos, sanciones, etc. al personal del poder judicial de la federación) y, la Corte en sí, su integración por salas, solo se ocupará de las funciones jurisdiccionales. Esta reforma judicial abarcó a todos los estados federados, la idea era o es, descargar de trabajo al órgano jurisdiccional para dejar de ocuparse de lo artesanal y dedicarse en cuerpo y alma a la ocupación jurisdiccional. La idea no deja de ser buena, posiblemente en algunos casos funcionó, pero en otros no tanto y lo peor del caso es que no se le dieron las armas completas para combatir a la corrupción desde dentro, los  Consejos de Judicatura están presididos por el presidente ya sea de la Corte o del Tribunal Superior en el caso de los estados, así es poco probable que exista combate a la corrupción ya que este funcionario tiene la potestad de influir en los miembros del Consejo y en la toma de sus decisiones.

En lo referente a la procuración de justicia es verdad que se han hecho intentos por mejorarla, pero han sido incompletos, estériles ante los océanos de complicidad y corrupción que se presentan en ese nivel de justicia. El Ministerio Público en México es una institución que dista mucho de la profesionalidad con la que debe contar; si bien es cierto ahora todos los fiscales y agentes ministeriales deben tener título de abogado eso no garantiza que en un expediente o carpeta de investigación haya real y efectivamente una investigación científica y profesional. Y no se diga de los integrantes de la policía ministerial, la cual casi en su totalidad ha estado integrada por elementos no profesionales y poco aptos en el rubro de la investigación policial e incluso por personas que escasamente saben leer o comprender un texto sencillo. En esas condiciones es imposible que en la procuración de justicia pueda asegurarse que los esfuerzos rinden frutos. Que conste que no dejo de citar que presupuestalmente ha habido esfuerzos pero ¿Dónde han parado esos recursos? Porque si usted va a una agencia ministerial seguramente le dará la idea de que ese lugar puede ser lo que sea menos una oficina donde se procura la justicia.
Ni el sistema de impartición, administración y procuración de justicia, respondían antes de la citada reforma a las expectativas del cumplimiento de los DH. Tampoco el desarrollo económico del país aseguraba que en lo material los mexicanos experimentaran niveles de mayor satisfacción. La rectoría económica del Estado ha sido un postulado vacío e inoperante desde su génesis constitucional. Los planes nacional y estatales de desarrollo solo han servido para alimentar los discursos ditirámbicos de los políticos en honor a sus líderes y una nación que solo existe en sus mentes y, en aumentar las expectativas del engaño y la demagogia al pronosticar siempre y fallar en consecuencia, mejoras económicas a través de la intervención estatal.

En esas tristes condiciones la reforma parecía necesaria. Pero como proyecto político emanado del sistema político que lo engendró, pronto enseñó sus fallas.

(Continuará)







jueves, 1 de diciembre de 2016

DERECHOS HUMANOS (V)

Quien crea que el reconocimiento actual de los derechos humanos (DH), en el orden constitucional mexicano corresponde única y exclusivamente a una decisión soberana, es un completo iluso. Lo mismo puede sostenerse de las instituciones protectoras de esos derechos en el orden interno –con excepción del juicio de amparo, claro-.

Si hacemos una revisión de las causas por las cuales la constitución de 1857 reconoció a los DH en su texto, de una manera magistral para aquella época, tendríamos que revisar el curso de los acontecimientos mundiales, especialmente europeos, que el en siglo XIX sucedían. Era que en ese entonces en nuestro suelo patrio triunfaban las ideas liberales y el país se encontraba en el desiderátum de su consolidación definitiva o de su probable desintegración. Los liberales mexicanos salieron airosos de la lucha librada contra los conservadores y pudieron, no sin muchas dificultades, elaborar un proyecto de constitución que por vez primera concentró a los principales derechos fundamentales piedra angular del liberalismo y conjuntarlos con el juicio de amparo que fue, es y seguirá siendo, la más importante defensa de estos derechos y también de la constitución como proyecto de nación.

En ese pretérito los DH representaban el triunfo de la sociedad democrática versus el Estado monárquico y autoritario. Cuando el Estado moderno surgió a la vida la tarea posterior ha sido y fue no solo la organización democrática del poder público sino también el reconocimiento de los derechos fundamentales de todos los seres humanos, considerándolos no como súbditos sino como ciudadanos poseedores de dignidad a la cual el Estado y sus instituciones tienen que reconocer y respetar. El triunfo de los ideales que sostenía la revolución francesa y su declaración de derechos del ciudadano fue la punta de lanza por la cual los derechos se promocionaron en el ideal liberal y pudieron así incorporarse en los programas de los estados nacionales, tal y como fue el caso mexicano.
México, fiel a la manera en que se construyó la sociedad vivió sesenta años con una constitución de avanzada pero con gobiernos que no la procuraban convirtiéndola en pieza de museo. Con la revolución de 1917 y la constitución del mismo año que siguió reconociendo y ampliando el espectro de los DH sobre todo en el ámbito de los derechos sociales, parecía la verdadera recomposición del rumbo pero el sistema político de caciques y prebendas impidió y ha impedido el efectivo cumplimiento de la norma constitucional, la constitución sigue siendo el sempiterno proyecto no cumplido de una revolución inconclusa.

Los DH en este país, como en muchos de esta América sufrida, alegaba en el discurso ser una sociedad consolidada en la democracia y gobernada por instituciones respetuosas de la dignidad humana, el mundo casi lo creyó pie puntillas, la realidad siempre ha sido diferente al discurso. Nuestra nación experimentó un pico económico que lo catapultó a las alturas creyéndose que ese Bom no era más que el producto de la combinación entre gobierno y sociedad democrática, nada más falso. El milagro mexicano de las décadas de los cincuenta y los sesenta del siglo XX, no duró lo que duran dos peces de hielo en un wisky on the rocks, como bien lo dice el maestro Joaquín Sabina en su canción 500 días y 19 noches. El milagro mexicano no fue tanto, pocos años después regresamos a nuestra realidad y peor aún se dio comienzo a la era o etapas de las crisis económicas recurrentes. La política económica del gobierno trataba desesperadamente de buscar nuevos mercados para dejar de depender casi exclusivamente de las exportaciones de petróleo; en lo político como ya se ha dicho aquí se aperturaron nuevas opciones políticas ante los reclamos al sistema y su partido acusándolos de avalar una monarquía sexenal con poderes casi omnipotentes.

En esas se andaba en el sexenio del nefasto Carlos Salinas de Gortari cuando este y su comitiva selecta, fueron a Europa a entrevistarse con los líderes de los organismos internacionales monetarios. Los carroñeros del dinero fueron claros y contundentes: no podía darse la ayuda a México si no se implementaban reformas económicas en el sentido de liberalizar la economía y, ahondar en la democratización social a través del respeto a los DH.

La presión dio resultados. Por un lado se impulsó la venta de activos nacionales desincorporando de la potestad pública a más de mil empresas, acompañando a este proceso un programa de adelgazamiento de la burocracia que produjo miles de desempleados. Por otro lado, Salinas encarga la elaboración de un paquete de reformas constitucionales en la cual surge la figura escandinava del Ombudsman (defensor del pueblo) pero con características diferentes a los contenidos en la institución original escandinava. Se tenía que dar la imagen  de que este país estaba preocupado por el respeto a los DH de los nacionales y, para ello, surgía la necesidad de construir un órgano de Estado que procurara tal tarea, pero con las características propias del sistema político mexicano, es decir, maniatado y sometido a la siempre inefable voluntad  del señor presidente. Fue así como  aparece publicado enel Diario Oficial de la Federación el Decreto de creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, como órgano dependiente de la Secretaría de Gobernación. Es decir, sin autonomía política, dependiente del ejecutivo y sometido jerárquicamente a el. Nada bueno podía esperarse de algo así, sin embargo en el medio político y en propio de los juristas no hubo más que sonoros halagos al presidente y a raíz de ello se publicaron libros, artículos , ensayos, en los que se destacaba la voluntad democrática del presidente. El sistema político, ya vapuleado por el resultado de la elección federal de 1988 – en la cual se asegura que hubo un monumental fraude en contra del candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas- toma bocanadas de aire puro para su sobrevivencia, el cual tendría serios reveses en los años por venir.

El primer presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos fue el distinguido jurista Dr. Jorge Carpizo Mc Gregor, de quien se dice fue el arquitecto del diseño de la reforma constitucional que se comenta.
(Continuará)