domingo, 4 de septiembre de 2016

MÉXICO Y SUS PULGAS

Al perro más flaco se le cargan las pulgas, dice el dicho y dice bien. Y no porque seamos perros pero a los mexicanos nos va bien la frasecita de marras. Los últimos años han sido terroríficos sobre todo los que abarcan el sexenio de Peña nieto. Parece que no tiene fin el cúmulo de malas noticias inundan al país como la peor de sus tormentas; no habido descanso, somos, el pueblo, como ese boxeador arrinconado en las cuerdas recibiendo una andanada de golpes que no sabe cómo quitarse.

Y no es que el pueblo no sepa la manera de cómo defenderse, bien lo sabe pero tiene temor de que las cosas lleguen a desbordarse, apuesta por las salidas pacíficas pero no descarta otra vía. Creemos que es posible el milagro (vaya palabrita) de que a nuestros gobernantes se les ilumine el entendimiento y hagan algo que indique que podemos salir de las crisis. Pero cada día que pasa esta posibilidad se diluye como el agua entre las manos.
El sistema político que nos rige, aun cuando haya habido cambio de partidos en el poder, nos ha educado a la resistencia. Resistir a los corruptos, resistir las malas políticas, resistir la pobreza, resistir la desigualdad, resistir las inoperantes leyes y la ausencia del estado de derecho, resistir a medios de comunicación en cómplice abierto con las mafias en el poder (me salió como cierto personaje). En términos generales al mexicano se educó a bajar la cerviz ante el poderoso, esa lección la aprendimos bien hemos sido buenos alumnos aun cuando nuestra historia contemporánea nos muestra ejemplos de rebeldía que son dignos de mención.

Dicen los sabios de café que somos así porque México es una sociedad de clase media, con aspiraciones de clase media y conciencia de clase media. Lo malo es que no todos son clase media, podrán tener las aspiraciones pero no lo son. Lumpen burgueses creo sería el término apropiado. México una sociedad lumpen. Somos una cosa pero nos sentimos otra, y sí eso lo podemos comprobar en lo que se publica en las redes sociales.
Pero no quiero desviarle del tema. El gobierno de Peña es catastrófico a más no poder, nunca en la historia de mi vida había sido testigo de tanto yerro y de tanto perjurio en contra de los mexicanos, bueno ya ni el gobierno de Salinas que ya es decir mucho porque el tipo ese le dedicó las políticas públicas a la clase empresarial y al pueblo lo engañó con su traída “Solidaridad”, que no fue otra cosa que atole con el dedo, no resolvió nada de lo que decía atacar.

La historia, al menos que yo sepa, no tenía registrado el caso de la llegada al poder de una persona por sus dotes físicas. Peña llegó en buena medida por su supuesta galanura, la cual estiman impactó en las damas del proletariado y en las “educadas” clases medias. El votar por alguien así sin mirar sus dotes de político consiste en agarrar un puño de pulgas y ponérselas en el propio lomo. La televisión compró el boleto, lo hizo suyo y mareó a millones de incautos –contando al voto duro de su partido-, para acabar de amolarla hasta mujer le buscaron para asegurar la tropelía.

Ya en el poder sus reformas han sido un fracaso monumental. Son reformas para la burguesía, para los monopolios, no para el pueblo. Acabó con Pemex y la Cfe, los medios de comunicación estarán al mando de los mismos intereses y ahora con mayor poder, la reforma en derechos humanos solo ha quedado en el papel y en el discurso de los leguleyos (hermanos míos), la educativa ha sido reforma laboral y por no consensarla con los maestros está metido en una bronca monumental, y de la fiscal mejor no digo nada porque 56 millones de pobres avalan el fracaso.

La seguridad pública un desastre. Miles de desaparecidos y decenas diarias de muertos en balaceras. Solo en Guerrero de octubre a agosto de 2016 han perecido en hechos violentos más de 2 mil personas, en el país en cuatro años más de cien mil. Un desastre monumental. Pero eso sí, hablan de estrategias contra la delincuencia organizada pero nunca dicen en qué consisten y se niegan a medir sus resultados sabedores de que cada día estamos peor. Tal parece que el estado de terror que se vive en el país le conviene a cierta clase política y factores de poder. El narco tráfico imparable dando la idea de que “tú y yo somos uno mismo” como reza una rolita ochentera.

Si al interior del país está para llorar amargamente, la política exterior dice quítate que ahí te voy. Lo sucedido con el señor Donald Trump ha sido el colmo de los colmos. Pensamos que los casos de corrupción de la Casa Blanca (no la de Washington, por supuesto), los gobernadores de su partido, su cuestionada tesis profesional y su opacidad de gobierno habían sido suficientes para que el pueblo en las redes sociales pida su renuncia. Invitar a México al personaje que nos ha insultado, que de delincuentes no nos baja, y amenaza con construir una muralla fronteriza a nuestro costo, es suficiente para que deje el cargo. Obvio que no lo hará a menos que el pueblo se levante, pero lo veo complicado.

Peña tiene criadero de pulgas y nos las avienta sin misericordia. Todo lo que ha hecho y hará porque le faltan poco más de dos años (si es que no revienta antes) lo pagará su partido principalmente, ya desde ahora está condenado a perder las elecciones de 2018, y él no podrá ser juzgado por sus magnas equivocaciones pero muy seguramente lo que le reste de vida vivirá en la penuria política de saberse el gobernante más odiado y ridiculizado de la historia patria.


Esta es una lección que debemos aprender, el 2018 está cerca.

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