MÉXICO Y SUS PULGAS
Al perro más
flaco se le cargan las pulgas, dice el dicho y dice bien. Y no porque seamos
perros pero a los mexicanos nos va bien la frasecita de marras. Los últimos
años han sido terroríficos sobre todo los que abarcan el sexenio de Peña nieto.
Parece que no tiene fin el cúmulo de malas noticias inundan al país como la
peor de sus tormentas; no habido descanso, somos, el pueblo, como ese boxeador
arrinconado en las cuerdas recibiendo una andanada de golpes que no sabe cómo
quitarse.
Y no es que el
pueblo no sepa la manera de cómo defenderse, bien lo sabe pero tiene temor de
que las cosas lleguen a desbordarse, apuesta por las salidas pacíficas pero no
descarta otra vía. Creemos que es posible el milagro (vaya palabrita) de que a
nuestros gobernantes se les ilumine el entendimiento y hagan algo que indique
que podemos salir de las crisis. Pero cada día que pasa esta posibilidad se
diluye como el agua entre las manos.
El sistema
político que nos rige, aun cuando haya habido cambio de partidos en el poder,
nos ha educado a la resistencia. Resistir a los corruptos, resistir las malas
políticas, resistir la pobreza, resistir la desigualdad, resistir las
inoperantes leyes y la ausencia del estado de derecho, resistir a medios de
comunicación en cómplice abierto con las mafias en el poder (me salió como cierto
personaje). En términos generales al mexicano se educó a bajar la cerviz ante
el poderoso, esa lección la aprendimos bien hemos sido buenos alumnos aun
cuando nuestra historia contemporánea nos muestra ejemplos de rebeldía que son
dignos de mención.
Dicen los sabios
de café que somos así porque México es una sociedad de clase media, con
aspiraciones de clase media y conciencia de clase media. Lo malo es que no
todos son clase media, podrán tener las aspiraciones pero no lo son. Lumpen
burgueses creo sería el término apropiado. México una sociedad lumpen. Somos
una cosa pero nos sentimos otra, y sí eso lo podemos comprobar en lo que se
publica en las redes sociales.
Pero no quiero
desviarle del tema. El gobierno de Peña es catastrófico a más no poder, nunca
en la historia de mi vida había sido testigo de tanto yerro y de tanto perjurio
en contra de los mexicanos, bueno ya ni el gobierno de Salinas que ya es decir
mucho porque el tipo ese le dedicó las políticas públicas a la clase
empresarial y al pueblo lo engañó con su traída “Solidaridad”, que no fue otra
cosa que atole con el dedo, no resolvió nada de lo que decía atacar.
La historia, al
menos que yo sepa, no tenía registrado el caso de la llegada al poder de una persona
por sus dotes físicas. Peña llegó en buena medida por su supuesta galanura, la
cual estiman impactó en las damas del proletariado y en las “educadas” clases
medias. El votar por alguien así sin mirar sus dotes de político consiste en
agarrar un puño de pulgas y ponérselas en el propio lomo. La televisión compró
el boleto, lo hizo suyo y mareó a millones de incautos –contando al voto duro
de su partido-, para acabar de amolarla hasta mujer le buscaron para asegurar
la tropelía.
Ya en el poder sus
reformas han sido un fracaso monumental. Son reformas para la burguesía, para
los monopolios, no para el pueblo. Acabó con Pemex y la Cfe, los medios de
comunicación estarán al mando de los mismos intereses y ahora con mayor poder,
la reforma en derechos humanos solo ha quedado en el papel y en el discurso de
los leguleyos (hermanos míos), la educativa ha sido reforma laboral y por no consensarla
con los maestros está metido en una bronca monumental, y de la fiscal mejor no
digo nada porque 56 millones de pobres avalan el fracaso.
La seguridad
pública un desastre. Miles de desaparecidos y decenas diarias de muertos en
balaceras. Solo en Guerrero de octubre a agosto de 2016 han perecido en hechos
violentos más de 2 mil personas, en el país en cuatro años más de cien mil. Un
desastre monumental. Pero eso sí, hablan de estrategias contra la delincuencia
organizada pero nunca dicen en qué consisten y se niegan a medir sus resultados
sabedores de que cada día estamos peor. Tal parece que el estado de terror que
se vive en el país le conviene a cierta clase política y factores de poder. El
narco tráfico imparable dando la idea de que “tú y yo somos uno mismo” como
reza una rolita ochentera.
Si al interior
del país está para llorar amargamente, la política exterior dice quítate que
ahí te voy. Lo sucedido con el señor Donald Trump ha sido el colmo de los
colmos. Pensamos que los casos de corrupción de la Casa Blanca (no la de
Washington, por supuesto), los gobernadores de su partido, su cuestionada tesis
profesional y su opacidad de gobierno habían sido suficientes para que el
pueblo en las redes sociales pida su renuncia. Invitar a México al personaje
que nos ha insultado, que de delincuentes no nos baja, y amenaza con construir
una muralla fronteriza a nuestro costo, es suficiente para que deje el cargo. Obvio
que no lo hará a menos que el pueblo se levante, pero lo veo complicado.
Peña tiene
criadero de pulgas y nos las avienta sin misericordia. Todo lo que ha hecho y
hará porque le faltan poco más de dos años (si es que no revienta antes) lo
pagará su partido principalmente, ya desde ahora está condenado a perder las elecciones
de 2018, y él no podrá ser juzgado por sus magnas equivocaciones pero muy
seguramente lo que le reste de vida vivirá en la penuria política de saberse el
gobernante más odiado y ridiculizado de la historia patria.
Esta es una
lección que debemos aprender, el 2018 está cerca.
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